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Deberías apuntarte al gimnasio en febrero, no en enero
La fiebre de empezar a cuidarse...y dejarlo🏋🏻
El inicio de cada año viene cargado siempre de connotaciones emocionales relacionadas con los cierres de ciclos y el comienzo de etapas🆕.
Los nuevos comienzos, sin duda, tienen un efecto positivo en la psicología humana: nos hacen organizarnos en muchos sentidos, reflexionar sobre nuestras metas a largo plazo, revisar los aciertos y errores del pasado para encausarnos a mejores hábitos, y armar cronogramas que nos lleven a ser los arquitectos de nuestro propio destino.
Sobre todo, los nuevos comienzos activan el pensamiento… y el pensamiento constituye la materia prima para la evolución.
Como te puedes encontrar en miles de libros de autoayuda.
“Los pensamientos se vuelven palabras, las palabras se vuelven escritos, los escritos se vuelven acciones, las acciones se vuelven hábitos y los hábitos se vuelven vida”.
Y aquí creemos que hablamos por todos, que empezar a cuidarnos y apuntarnos al gimnasio suele ser de las primeras tareas que ponemos en nuestra checklist📝.
Pero, ¿por qué perdemos tan rápidamente esas ganas locas por sentirnos mejor?😫
Después de las comidas copiosas y de las largas noches de fiesta, notarás que tu cuerpo necesita limpiarse y ponerse en forma.
Por eso, enero es el mes en el que más personas se apuntan al gimnasio en todo el año.
Pero como dirían tus padres, que todo el mundo lo haga no significa que tu debas hacerlo.
Es más, quizás sea mejor idea esperar tres semanas más y empezar a pagar la matrícula en febrero.
Sobre todo, si tu objetivo es perder peso.
Si quieres perder peso, primero deberías controlar lo que comes.
Si quieres olvidarte de los kilos de más ganados por culpa de los polvorones, el turrón, los panettones, los roscones y demás delicias calórico-festivas, nada de ponerse a correr a lo loco, levantar pesas o hacer circuitos de alta intensidad… de momento.
Lo más recomendable es controlar lo que comes primero, estabilizarte y una vez conseguido el objetivo, apuntarte al gimnasio.
Ese es el aprendizaje que podemos sacar de un meta-estudio publicado en The Lancet en el que analizan y comparan otros 20 grandes estudios sobre diferentes estrategias de perder peso.
Y la conclusión es clara: la forma más efectiva y duradera de librarse de los kilos de más es cuidar la dieta.
Pero hay más.
La BBC recoge en una encuesta realizada por la British Military Fitness que un 68% de las personas tienen el propósito de ponerse en forma con la llegada del nuevo año y la mayoría de ellas se apuntan a un programa de ejercicios.
Pero el denominador común es que un gran porcentaje de las personas que dan el paso y se inscriben en un gimnasio no terminan cumpliendo con el propósito fijado al acabar el año.
De hecho, según la misma fuente, un tercio de los nuevos socios de los gimnasios lo abandonan cuando termina enero, mientras que en Estados Unidos la cifra puede elevarse hasta un 80 por ciento.
¿Por qué?🤔
Pues parece que, el problema principal es que, muchos no ven el beneficio a largo plazo y se desmotivan al darse cuenta de todos los problemas que conlleva ir periódicamente a hacer ejercicios.
Por lo que, al ser enero el mes de más concurrencia en los gimnasios es cuando ocurren las mayores deserciones💨.
Según algunas estimaciones, como señala la revista 'Vox', más del 12% de los estadounidenses se apuntan a gimnasios en enero y más del 8% lo hacen durante el resto del año.
De todos ellos, una vez que llega octubre, solo el 22% continúa acudiendo.
Y quien dice Estados Unidos puede decir perfectamente España, pues no es algo cultural sino un fenómeno global y social.
Pensándolo en frío, apuntarse al gimnasio en una fecha señalada únicamente porque comienza el año "y nos reiniciamos" no parece un motivo de peso suficiente para ser constante durante el resto del año.
Es por eso que, según informan los propios gimnasios, se apunta el mismo número de gente en marzo que en enero.
Simplemente, es más fácil hacerlo cuando te llega la inspiración para continuar, y no como propósito de año nuevo.
Además, si te has dado de alta en algún gimnasio últimamente (y según las estadísticas es probable que lo hayas hecho) los monitores habrán intentado que elijas la opción con permanencia.
A veces, incluso, te habrá sugerido que pagues los 12 meses del año porque, al fin y al cabo, ya que te apuntas es bueno que tu actitud sea de altas miras.
Te sientes como si fueras a firmar un pacto con el mismísimo diablo😈.

Y esto es normal ya que, a medida que nos unimos a los gimnasios cada año, estos se esfuerzan por lograr que enero sea un mes en el que puedan retener a los recién llegados a largo plazo.
El día de Año Nuevo, por ejemplo, una ocasión en la que la mayoría de las compañías están cerradas, algunos permanecen abiertos (aunque sea en horario reducido) debido a la avalancha de nuevos clientes que se deciden a empezar.
Pases de prueba gratuitos, algunas clases sin compromiso, entrenamientos personalizados... y, por supuesto, ofertas especiales de inscripción en enero.
También se contrata personal nuevo para satisfacer las demandas de estos nuevos clientes que, se espera, duren más de cuatro semanas.
Y mientras suena en nuestros oídos el aclamado himno de Julio Iglesias: ("Unos que vienen, otros se van") meditamos acerca de toda la realidad que engloba esa frase.
Por lo menos en los gimnasios.
Aunque lo que más hace que la gente se apunte, lo creas o no, es la estética.
Los gimnasios tienen que conseguir ser lo suficientemente atractivos como para que, sea cual sea tu razón, decidas quedarte.
Pero como sucede con las universidades, que muestran menos gente conforme van pasando los meses de curso lectivo, en los gimnasios se observa el máximo aforo en enero, y después se van despoblando.
De hecho, las cancelaciones más altas se dan en marzo, algo paradigmático, porque como veíamos antes, es en ese momento cuando otros toman el relevo y se apuntan.
A las malas, como es imposible convencer a todo el mundo de que se quede, siempre les queda el verano. A principios de esa estación, quizá por la inminencia de las piscinas y las playas, y, en definitiva, de la exposición del cuerpo, hay un resurgimiento.
La gente sale de sus crisálidas (o de la comodidad de sus sofás, mejor) y vuelven a la carga.
Y, cuanto más te acercas al final del año, más oscuro se pone.
Pero, de repente, llega el año nuevo, y volvemos a acordarnos de que hemos comido mucho roscón y que tenemos que intentar subir las escaleras sin ahogarnos. Y por eso nos apuntamos al gimnasio.
La teoría del eterno retorno⚪.
Por tanto, quizá es buena idea que pensemos todo esto dos veces en estos primeros días del año.
¡Hasta el viernes!