"Cometerás adulterio"

El mandamiento que revolucionó Londres

Tiempo de lectura: 1 min, lo que tardas en buscar cuáles son los 10 mandamientos porque se te han olvidado.

Ayer os prometimos continuar con la historia de Titivillus, y hoy os vamos a hablar… de la Biblia.

Y también de Titivillus.

Para esta parte de la historia tenemos que dar un pequeño salto en el tiempo. Del siglo XIII nos vamos al siglo XVII. Más concretamente el año 1634.

El protagonista, en este caso, es Robert Barker, el impresor del rey.

El monarca le encargó 1000 Biblias, con la alegría que eso conllevaba pues en la época eso significaba unos ingresos muy importantes.

Hasta aquí, todo bien.

Robert le entregó al rey varias decenas de ejemplares, quedando más que satisfecho, y el resto lo puso en venta en su tienda.

Por desgracia, todo se tuerce cuando un clérigo llega a la tienda y compra una de las Biblias y la abrió por los diez mandamientos. Sus ojos advirtieron que en el sexto “No cometerás adulterio“, se había comido una palabra.

¿Adivináis cuál es?

Efectivamente, el mandamiento quedaba así: “Cometerás adulterio“.

¿Un simple error, una coincidencia o Robert quiso pasarse de listo?

El inconveniente es que el Clérigo había comprado uno de los últimos ejemplares, de manera que casi los mil ejemplares restantes ya estaban en circulación por todo Londres y la gente se había visto “obligada“.

Los adulterios estaban a la orden del día.

Unas personas muy obedientes estos Londinenses (para lo que les interesa).

Aunque claro, tanto el rey como el arzobispo de Canterbury, George Abbot (conocido especialmente por mandar a ahorcar a la gente como castigo a sus crímenes), ordenaron retirar lo ejemplares de la bautizada “Biblia Malvada“.

Por suerte para Robert Barker, solo fue condenado a pagar 300 libras. Puede parecer poco, pero eso equivaldría a 436.000 euros de ahora.

Esto lo obligó a declararse en bancarrota e ir a prisión para pagar por su crimen.

Lo único que lo libró de la horca fue un clérigo que testificó a su favor diciendo que había sido Titivillus, quien lo había incitado a la borrachera en el momento que escribía los 10 mandamientos.

Aunque no pudo escapar de la parca ya que la prisión fue su último hogar…