🎦ALMAS EN PENA DE INISHERIM

Una forma extraña para hablar de una muy interesante película nominada a 9 Óscars.

Y es que el argumento también es “peculiar”.

Como vemos, todo concuerda en la película.

Al menos, de momento.

El largometraje nos traslada a 1922, a una isla irlandesa dejada de la mano de Dios en la que no hay mucho entretenimiento más que beber en el bar del pueblo después de cuidar a los animales que dan el sustento a los habitantes.

Desde esta isla se puede ver, en la otra orilla, los daños provocados por la guerra civil irlandesa.

En este escenario nos encontramos con dos amigos, casi hermanos inseparables, Pádraic (Colin Farrell, espectacular con su acento marcado y su físico rústico) y Colm (Brendan Gleeson).

Por motivos un tanto absurdos a priori, Colm decide dejar de ser amigo de Pádraic de la noche a la mañana y no da ninguna explicación al respecto, sólo espera que acepte y respete su decisión.

Por otra parte, Pádraic, que se encuentra en estado de shock (como el resto de sus vecinos) intenta descubrir el por qué.

Con esta duda se va generando una tensión durante toda la película, que sin pasar nada especialmente interesante, te engancha hasta que nos llega la sorpresa.

Sin querer desvelar nada, digamos que cada vez que Pádraic se acerca a Colm para enmendar lo que los haya llevado a esa situación, la vida de Colm corre un poco más de peligro (Decisión totalmente personal, todo hay que decirlo).

Gracias a esto, nos da la impresión que estamos viendo la ruptura de un matrimonio en el que no se pueden ni ver en el pueblo, y llegan a aflorar sentimientos de celos.

A partir de esta premisa, Martin McDonagh levanta una película potentísima.

Con esa comedia negra, el humor más absurdo posible, el drama e incluso el thriller violento nos sorprende con situaciones que jamás nos imaginaríamos y por eso nos engulle esta película hasta su final.

Esto nos lleva a un aspecto fundamental, la fotografía.

Una sola palabra, INCREÍBLE.

Plasmando una situación fría y distante con la guerra civil de fondo en la otra isla.

Y aquí es donde nos damos cuenta de algo.

Toda la película, esa amistad rota de la noche a la mañana y las vivencias que nos trae esa decisión son una metáfora de la guerra civil.

Dos frentes luchan por razones descabelladas y que podrían haberse resuelto de otra forma.

Igual que pasa en la guerra, estos dos amigos que eran como hermanos, se enfrentan entre ellos. Sólo porque uno quería seguir la relación y el otro no.

Habla de una lucha por defender una separación o una unión por la independencia o vivir bajo un mismo sistema.

Defender esos ideales puede llevar a sacrificios extremos y daños colaterales que experimentan ambos personajes en carne propia o en la de sus allegados.

Aquí es donde entran otros personajes, concretamente Siobhán (hermana de Pádraic interpretada por Kerry Condon) y Dominic (el no muy inteligente del pueblo interpretado maravillosamente por Barry Keoghan).

Además, tenemos a la tierna burrita inseparable de Pádraic que lo acompaña a todas partes y se convierte en su mejor amiga, después de Colm.

Estos personajes (animales inclusives) sufren las consecuencias de la guerra entre los protagonistas, uno alejándose de ellos, el otro con un destino que se anunciaba desde el principio de la película y el tercero es mejor descubrirlo viendo la película.

Sin duda alguna, una película muy bien nominada a los Oscars y en la que el director Martin McDonagh consigue con el diálogo absorber nuestra mente al interior de esta historia.

Una obra excepcional de la que todavía puedes disfrutar en algunos cines.

Pero, como una imagen vale más que mil palabras, aquí tenéis el tráiler para decidiros a verla.

Nos vemos la semana que viene con mucho más.

¡Disfrutad del finde!